¿Sabrás lo que escribo por vos?
¿Llegará mi susurro, libre en el viento,
a reposar sobre tu hombro?
¿Sabrás lo que siento
cuando me veo reflejado en tus ojos?
¿Y de que aun siento tu pelo rozando mis dedos?
Y desde acá, con el pecho a punto de explotar,
con un alma que quiere salir
a encontrarte.
¿Sabés que existo?
¿Sabés que te espero?
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Se tiñeron de negro los cristales
que me separaban de vos
desperté
y mis dedos
no encontraron a los tuyos.
¿En qué espacio te perdiste?
¿En qué espacio me perdí?
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¡Que terriblemente hermosa sos!
Y que dulce es tu sonrisa por las mañanas
tu mirada fija
escondida bajo ese pelo enmarañado
el sol pintando tu hombro
mientras buscás mi pecho
para seguir durmiendo
¡Que ganas de volar con vos!
Y que terriblemente doloroso
es que no existás.
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Pensaba
que no podés romper
lo que ya está roto.
Y, entonces,
vos llegaste.
Y acá quedé.
Con la misma agonía
-ahora rejuvenecida-
de siempre.
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Tomo este dolor
lo asumo
por ese instante
en que me recordaste
lo que se siente
un palpitar
abrazando a otro.
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