jueves, 2 de octubre de 2014

Flor

Quiero sembrar flores
en el frio de tu sonrisa
para que vuelva  vos
la vida que una vez
acariciaste
y me hiciste amarla
hasta que te perdiste
bajo cielos grises
y frias rejas.

No te preguntaré 
adonde te has ido
o el porqué
de ese misterio
tan solo déjame
tocar tus pálidos labios
con el mismo ardor
del sol
que me cubre
mientras te siento
a la distancia.

León, Julio '14

Aguijón

Desperté
pensando
en esa esquina de tu labios
rozándome
electrizantes
robándome el sueño.

¡Oh dulce aguijón
que me has descargado
todo tu dulce veneno!

Veneno cargado de deseo
ardiente
vivo
pero inútil

¿Por qué te has ido
sin percatarme?

Me dejaste el instante vivo
en ese cruce de miradas
y lo fue todo
en mi mente
hasta que abrí los ojos
de mi sueño
de tu sueño
de lo que fue
o no podrá ser
de lo que me has robado
en ese roce
sin percatarme.

León, Julio 2014.

sábado, 24 de mayo de 2014

Valentines One.

Y aquí estoy ahora. Con una historia de "valentines".

Hace un tiempo, vivia nuestro personaje en un castillo. Barracas, murallas inmensas le rodeaban y enormes jardines de rosas se extendían a los pies de tan imponente obra. Vivía ahí, Solo. Las aves y plantas era su compañía. Nada le faltaba pues siempre mercaderes visitaban para ofrecerle los más exóticos alimentos y mercancías de todo el mundo. Cielos azules. Noches estrelladas. Inmensa soledad.

Un día decidió salir en busca de lo que más le faltaba. corrió hasta salir del castillo. siguió corriendo entre los rosales. siguió y siguió. Cruzó campoz de maíz y bosques de manzanas. corrió hasta que la vió. la más hermosa flor que pudo imaginarse.

Porque entre todas las riquezas que su tierra de cielos celestes y noches estrelladas nunca pudo encontrar lo que el sentía que más quería. Pero ahí estaba. Frente a frente. Ella, aún sin notar su presencia, no era como nadie a quien pudo haber conocido antes. Era el amor más profundo hecho ser. Era su amor.

Volteó y cruzaron miradas. Sonrisas. El, aún agitado de tanto correr no podía articular palabras. Ella, dulcemente coloco su dedo en su boca como indicandole silencio. El, más calmado, no podía dejar de ver los ojos que miró tantas noches en las estrellas. Sintió como sus labios estaban cada vez más cerca. Su aliento, su respiración.

Te estaba esperando, le dijo ella.

Disculpa mi demora, respondió.

Sonrieron, justo antes de fundirse en un beso bajo la luz de la luna.

Y el mundo fue su hogar.

Aún sin el pretexto de la luna


Aún sin el pretexto de la luna
para escribirte
o bien
soñarte
lo hago
dibujandote en las estrellas
mientras muchas caen 
estrepitosamente
desvaneciéndose 
en el horizonte.

Hasta mi cielo
llora tu ausencia
se desgarra en lineas
de colores
que rápidamente 
se vuelven oscuras
perdidas 
en la profundidad 
de la noche.

Largas se han vuelto las noches
anticipando un olvido que no se concreta
y aunque para vos asi sea
acá me tenés
escribiendote líneas
desangrándome en versos
mientras las primeras luces del alba
me hacen perderme en sueños.


Managua. Mayo 2014.




viernes, 31 de enero de 2014

Cuento: Wee Story.

En medio de esta 
necesariamente prolongada ausencia  
me pediste 
que te escribiera 
una historia para antes
 de ir a dormir. 
Y así llegué a este punto. 
¿Que hacer? 
¿Una típica historia de hadas, con castillos y mundos mágicos? 
¿O acaso escribir una forma indirecta de expresarte el amor que guardo? 
En fin. 
Aquí te va mi pobre intento.

En medio de esa tierras de nadie, polvorientas, de gruesa arena, de sol abrasador,  en el medio de África estaba Él. Cantaba. Desde antes de nacer cantaba. Canciones de paisajes. Canciones de amaneceres. De atardeceres. De amor. De dolor. El crujir de la tierra partida armonizaba con sus notas. El viento, cual flauta, estremecia las cuerdas de su pelo. Cada ser de esa tierra parecía formar parte de tan peculiar armonía. Pero ella no respondía. Pero Él no se desanimaba. Cantaba. Al sol. A las estrellas. Al elefante. A las sombras. Al cielo azul que, como todos sabían, le recordaba al cielo de sus ojos.

Entonces, un día, ocurrió lo impensable. Se detuvo. Esas ininterrumpidas notas cesaron. El cielo se torno gris. Un bravo viento del oeste irrumpio. Lluvia. Más y más lluvia. Él yacía en el suelo. Inmutable. De mirada perdida. Pálido. Sin alma. No notó que el agua subía hasta que se convirtió en un bravo río que lo arrastraba. Nunca sintió el agua. Las tortugas y peces lo mantenían a flote. Le cantaban para que recuperara la conciencia. No lo notó. Y durmió.

Durmió. Pero, de pronto, sintio el sol. Primero un ojo y luego el otro. Arena. Pero no la gruesa roja que siempre vió en su vida. Fina. Blanca. Un sonido llamó su atención. Olas. Extravió su mirada entre el mar y el cielo, hasta que algo atrajo su atención. Ese sonido. Pero, ¿Sería cierto?. Ese sonido al que cantó toda su vida. Temeroso, volteó su mirada. Ahí estaba. Bajo los árboles. Ella. No hay muchas más palabras que puedan agregarse. Volvió su color y el canto. La tonada estaba completa. Sus tonadas. ¿Y vivieron felices para siempre?. Nadie lo sabe. Después de todo, ellos no querían vivir para siempre. Lo que si querían era de cierta forma, en algún momento y en algún lugar encontrarse. Y, ahora, esa tonada está completa.