Las manos degarradas
saludan al sol cada mañana
-como lo hicieran los antiguos-
Casco
Lámpara
se persignan ante una derruida cruz
miran al cielo
el frío le come los huesos
las hojas escapan de sus dedos
-pero hay más en la funda verde-
se pierden en el cielo
porque saben
que quizás sea su última vez
la oscuridad les llama
-los únicos que igualan a Caronte-
no habrá mayor riqueza
que el salir vivos
suena la sirena
y parte a empeñar sus almas.
A Potosí, Bolivia
-Escrito en Chorolque, Bolivia-
07/05/2015